Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como https://lilianopem809414.dsiblogger.com/71481736/el-momento-exacto-del-cabezazo-de-zidane